A las cuatro de la tarde de hoy se anuncian los premios del festival de cine de San Sebastián. A mí aún me queda escribir sobre unas cuantas películas de las que aún no he podido decir nada. Lo haré durante estos días.
A continuación, un palmarés sin palmarés y antes de que sucedan las cosas. Las películas que yo hubiera tenido en cuenta de estar en el jurado.
Daisy diamond (Dinamarca), de Simon Staho: es la película más radical de todas las vistas. La más atrevida. El lunes o martes escribiré sobre ella, pero por ahora diré que es una adaptación extraña y extrema de Persona de Bergman. No creo que se atrevan con uno de los premios grandes, pero su actriz podría llevarse la Concha de Plata. Esos primeros planos que recuerdan también a La pasión de Juana de Arco (1928) de Dreyer merecen una distinción.
Buda az sham foru rikht (Buda explotó por vergüenza, Irán-Francia) de Hana Makhmalbaf: película sobre la guerra de Afganistán que en vez de filmar las explosiones prefiere filmar a los niños. Rossellini hizo lo mismo en Roma città aperta (1945) y Germania anno cero (1947). Debería estar en lo más alto: Concha de Oro, Premio Especial del Jurado o Mejor dirección.
Padre Nuestro (Estados Unidos), de Christopher Zalla. Ilegales mexicanos en Nueva York. A mí me recordó a Alambrista! (Robert M. Young, 1974) como a ciertos momentos de Amores Perros (Alejandro González Iñarritu, 2000). El guión tiene un planteamiento de inicio excelente. En el festival de Sundance le dieron el Gran Premio del Jurado y en San Sebastián también puede llevarse algo importante. ¿Premio Nuevos Directores? Quizá.
Eastern Promises (Estados Unidos), de David Cronenberg. Fue la primera película proyectada, hace ya nueve días, pero con el paso del tiempo su recuerdo se mantiene y gana incluso en comparación con otras películas de la sección oficial.
No he visto las dos películas españolas a competición -Mataharis de Icíar Bollaín y Siete mesas de billar francés de Gracia Querejeta- pero seguramente alguno de estos títulos aparezca en la lista final. Tampoco he visto la de Wayne Wang -A thousand years of good prayers- pero sé que es un título al que podrían darle alguno de los premios.
La uruguaya Matar a todos me parece una película muy seria y estaría bien que alguien se acordara de ella.
A las 16:00 horas del sábado 20 de septiembre sucederá todo. Y no sucederá nada, pues las películas ya están ahí y lo que ahora queda es que las se apaguen las luces y se encienda el proyector. Nada más. Nada más que luz asaltándonos por la espalda e imágenes invadiéndonos.
29 septiembre 2007
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