03 septiembre 2007

08. Dos por dos


1.
Iba a empezar a escribir sobre una carretera de arena y un coche Dodge Challenge del año 1970 cuando me he acordado de otro modelo clásico y de otro viaje. Y aunque el cambio parezca raro, me paso de los volantazos rápidos de ese auto protagonista de la película Death Proof de Tarantino al paseo lento de Alvaro de Campos/Pessoa en su alejamiento nocturno de Lisboa.
“Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra, al luar y al sueño por la carretera desierta,
conduzco a solas, conduzco casi despacio…”.

2.
Iba a decir algo sobre las cuatro chicas de la película de Tarantino, sobre cómo conducen, sobre sus piernas largas, sobre las ventanillas bajadas mientras a los lados todo sucede sin vértigo, cuando he encontrado por casa otra película que casi no tiene nada que ver con esta, aunque ahora escribo que algo sí que tiene que ver. Por lo menos el título remite también al asfalto; por lo menos sus imágenes suceden también con las ventanillas bajadas. Hablo de Two for the road (Dos en la carretera, 1967) de Stanley Donen. Bastaría con multiplicar por dos ese título para empezar a acercarnos en algo a esa película de Tarantino tan llena de choques y neumáticos calientes.

3.
Ahora podría recordar a Kerouac. O a Humpter Thompson conduciendo a oscuras hacia Las Vegas con un cuaderno de notas en un bolsillo y un revólver en el otro. Me he acordado en cambio del descapotable blanco en el que viajaban Ingrid Bergman y Mathias Wieman en esa película de Roberto Rossellini en la que ya nadie cree en el amor (La paura, 1954). Ahora sí que las piezas de este viaje en coche comienzan a cuadrar poco a poco.

4.
La película de Stanley Donen empieza con unas campanas de boda y con Audrey Hepburn y Albert Finney esperando a que unos novios se aparten de la carretera para que ellos puedan seguir con su viaje. Es ella la que habla:
- No parecen muy felices.
- ¿Por qué iban a parecerlo? Acaban de casarse.

5.
A partir de esa primera declaración, todo avanza hacia aquel título que Carver precisó una vez y que desde entonces –y desde mucho antes- sigue estando presente en muchos textos y películas: ¿De qué hablamos cuando hablamos del amor?
“Estaba hablando mi amigo Mel McGinnis. Mel McGinnis es cardiólogo, y eso le da a veces derecho a hacerlo”.
Son las primeras palabras de ese relato sin respuestas de Carver.

6.
Aunque si de preguntas en el interior de un coche se trata, yo recuperaría en este momento al gran clásico:
- ¿Cuánto falta?
Cuando alguien pregunta cuánto falta se pueden hacer muchas cosas. Yo propongo dos: hacer el pato y cantar.

7.
Me voy ahora hasta unas imágenes en las que apenas hay autos, ni viajes, ni carreteras. Una película en la que parecía que sucedían cosas muy raras. Aunque no tanto. Bastaría con programar en sesión continua Two for the road y Eyes Wide Shut (1999) de Stanley Kubrick para reconocer que en el fondo de lo que se trata es de poner a uno de los personajes mirando primero al techo de la habitación y después observando despacio a quien duerme a su lado.
Mirar dormir, ahí empiezan y terminan muchas cosas.

8.
Un coche es una habitación pequeña. Con techo. Con dos asientos en la parte delantera.

9.
Mañana incio un viaje para visitar el escenario en el que se rodó una película. Es lo que iba a escribir antes de empezar a escribir sobre Tarantino, Pessoa, Hepburn, Mancini, Ingrid Bergman y los descapotables que avanzan casi despacio. Será un viaje en auto, no demasiado largo, sin mapas, porque conozco bien en camino. Saldré de día. Llegaré a mi destino de noche.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy andoni:
Muy elegante el blog. He sido papa de un niño que se llama Hugo y al ver el blog me he decidido a escribirte. Cuando pases por pamplona llámame y nos vamos a comer a un sitio nuevo muy chulo.

Anónimo dijo...

Yasta, ya he llegado. Me asomaré de vez en cuando para ver qué vas metiendo en la caja.

Me gustó 'Decir adiós', Vitorino. En ese primer pase le cogí el gusto (un gusto muy bien condimentado con los efluvios de la chistorra, las costillicas y el vino. Pídeles a los del Festival que te dejen asar y repartir carne antes de la proyección: en contra de lo que parece, afina la sensibilidad). Y el gusto me gustó. Como soy un poco obtuso, me habría gustado un segundo pase porque en el primero quise estar atento a demasiadas cosas a la vez. Pero ya digo que el gusto me gustó.

Y me impresionó la calidad. Aún no he visto Wrocic y no sabía muy bien cómo iba a ser lo que aparecía en la pantalla, no sabía qué cosas haces con la cámara, y vi muchas imágenes muy trabajadas y, sobre todo, muy viriartescas. ¡Bravo!

Sugerencias: en tu segundo largo, y para confirmar tu maestría en diversos terrenos, deberías considerar San Martín de Unx. En el exótico Uruguay puede cualquiera, pero ahí te quiero ver en el banco de las cuatro gitanas.

PD: Felicidades, Andoni, y dale un beso a María.

Víctor Iriarte dijo...

Andoni, ¡felicidades!
Pásame al mail tu teléfono móvil, que no lo encuentro. En mi próxima visita, quedamos y nos tomamos algo. Abrazos para los tres.