20 agosto 2007

04. Tres orillas

La primera vez que llegué a Montevideo se me ocurrió pensar que aquella ciudad era muy parecida a cualquiera de las ciudades del sur de Japón (y nunca había estado en Japón). Ahora, con el paso de los años, la ciudad uruguaya me recuerda mucho a Portugal. Y no estoy pensando en la posible similitud entre sus gentes, arquitectura, urbanismo o formas de vida, sino en otra cosa. Hablo de la saudade de la rambla, de la nostalgia avant-retro, de los domingos cerca del Río de la Plata, de lo lejos que queda todo cuando uno vive frente a un océano que apunta hacia el otro lado del mundo.
Ahora se podría escribir cualquier cosa sobre Onetti, pero no lo haré. Sí en cambio cito al pianista zurdo: Felisberto Hernández como reflejo transoceánico del Pessoa más lento. Y aunque tampoco sus literaturas compartan estilo y mundo, escribo que algo hay en Montevideo de paseo dominical por una Lisboa de invierno.
En realidad, todo este juego de espejos y ciudades lo había pensado a modo de intermedio en la serie finlandesa sobre Kaurismäki. Pero de intermedio nada, pues a medida que voy viendo sus películas estoy cada vez más convencido de que Helsinki, Lisboa y Montevideo no están tan lejos.
Ya escribí hace unos días que hay una película uruguaya que podría suceder en los bares de Finlandia. Y viceversa; bastaría con que la actriz Kati Outinen cambiara su trago de vodka por uno de whisky.
Esto es un homenaje. Sucedió hace dos años (2005).

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