08 octubre 2007

24. Rien de rien (1)



1.
“Hoy me emociona ver escaleras. Ya a primera hora, y luego varias veces, he disfrutado contemplando desde mi ventana el trozo triangular visible de la barandilla de piedra de la escalera que, a la derecha del Puente Checo, baja hasta la explanada del muelle”.
Franz Kafka, Diarios, Cuaderno tercero, octubre de 1911.

2.
Hoy me emociona escuchar hablar en checo.
A veces no hace falta nada más. La película es en blanco y negro, fue rodada en 1963 en un país que ya no existe (Checoslovaquia) y está dividida en dos capítulos. Pero quizá todos estos datos sean lo de menos, porque lo que yo quiero escribir es que a veces basta con ver imágenes y escuchar voces de un país desconocido y extranjero. En esos casos incluso los subtítulos desaparecen, pues lo que importa es el placer de escuchar hablar y no entender nada de nada.

3.
Recuerdo ahora mismo una ocasión en la que también fui feliz sin enterarme de lo que me estaban contando. Una amiga bióloga que defendía su tesis doctoral pasó cerca de dos horas mostrando dipositivas de cortes celulares y explicando las razones de su estudio histológico y los resultados de cerca de cinco años de trabajo en el laboratorio. Lo sorprendente de todo aquello fue comprobar que a pesar de compartir idioma, era imposible entender nada de lo que decía mi amiga. Y aquello fue todo un descubrimiento, pero no de incomunicación, sino de otra cosa.
Yo decidí que a partir de entonces iba a dejar de hacer caso a los escritores que dijeran que la literatura había muerto; o a los cineastas que anunciaran que el cine estaba en crisis. Mientras se pudiera disfrutar de cosas imposible de entender aún había esperanza. Hoy sigo pensando lo mismo y me gustaría entregarme a esa sensación más a menudo: a la felicidad de no entender nada de nada.

4.
Si el viaje al festival de cine de San Sebastián se iniciaba hace ya tres semanas con el recuerdo de una película musical y extraña (Un, dos, tres, al escondite inglés, 1969, Iván Zulueta), el epílogo a los días en la ciudad marina podría llegar ahora con otra película de canciones quizá incluso más rara que aquella del director arrebatado.
Konkurs (1963), del checo Milos Forman, es una película donde todo el mundo canta, pero no al estilo de las escenografías y vestidos largos del Hollywood clásico, sino al modo centroeuropeo de los que cantan porque tienen que cantar.
La película está dividida en dos: una primera parte titulada “Si esas canciones no existieran” y una segunda llamada “Concurso”. Esto de las divisiones me recuerda un poco al imperio Austrohúngaro y a la posterior división de la antigua Checoslovaquia en los dos países que incluía su nombre: República Checa y Eslovaquia. También me he acordado de Kafka y he revisado sus diarios por si encontraba algo relacionado con concursos de canto. Pero he llegado a la página 180 y me he quedado un rato pensando en la emoción de ver escaleras. Después he comenzado a escribir todo esto.

5.
Las bandas de trombones de la ciudad de Kolín. Carreras de motos. Un parque de verano. Ensayos de una orquesta. Un homenaje a Frantisek Kmoch (1848-1912), compositor que yo no conocía hasta ver esta película. Una marcha fúnebre. Una pista de hielo. El interior de un bar. Dos jóvenes cantantes. Una audición musical. Imágenes en blanco y negro. Canciones cantadas en un idioma desconocido. La seriedad checha. El humor.

6.
Ojalá nunca hubiera leído ese libro/
No debí haberlo leído.

7.
Fin en checo se dice Konec.

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